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TODAS LAS DIETAS TIENEN ALGO EN COMÚN

Actualizado: 18 abr 2022

Si bien existen grandes diferencias en los argumentos biológicos y éticos que dan origen a los distintos paradigmas nutricionales, todos tienen un punto en común desde el punto de vista de sus macronutrientes: la cantidad mínima indispensable de proteína requerida. Luego se diferencian entre sí en un balance de carbohidratos y grasas, y según los alimentos que proporcionan estos nutrientes. Esto es así siempre, ya sea que hablemos de una alimentación estándar, mediterránea, vegetariana, cetogénica, o cualquier otra dieta bien diseñada.


La Ingesta Diaria Recomendada (IDR) de proteína tradicionalmente fue de 0,8 g por kilogramo de peso (un mínimo de 56 g de proteína por día para una persona de 70K g) para una persona joven que realiza poca o ninguna actividad física [1]. Sin embargo, los estudios nutricionales más recientes [2] [3] [4] [5] [6] [7] consideran y recomiendan una ingesta mínima mucho mayor: un mínimo de 1,2 g por kilogramo de peso — esto es, un mínimo de 84 g de proteína por día para una persona joven y sedentaria de 70 Kg. Para personas de edad avanzada, o con un nivel de actividad física moderado o intenso, las recomendaciones son todavía mayores. Esto da lugar a diferentes mínimos recomendados en base al nivel de actividad física de cada individuo:

Ingesta proteica mínima recomendada según el nivel de actividad


Una ingesta de proteína en estos rangos preserva la masa muscular, mejora la composición corporal (la proporción músculo:grasa) y proporciona muchos otros beneficios para la salud.


Más allá de las diferencias de criterio según el contexto del individuo, vemos que existe un mínimo de proteína que es necesario u óptimo en cualquier dieta saludable. Sin embargo y contrariamente a la creencia de muchos no hay un valor máximo. Los valores y rangos mencionados aquí refieren a los requerimientos mínimos u óptimos. Ingestas mayores no suponen riesgo alguno para la salud (como demuestran múltiples estudios considerando ingestas superiores a 4 g/Kg/día) pero el concenso científico indica que tampoco ofrecen ningún beneficio adicional.⁣


Uno de los mitos que existe dentro de la comunidad nutricional y fitness supone que un exceso de proteína podría causar daño renal. Esta creencia fue desmontada en estudios considerando ingestas de 2,8 g/Kg [8], y en revisiones de la literatura disponible que concluyen textualmente que “no hay ninguna razón para limitar la cantidad de proteína ingerida” [9]. Otros estudios incluso demuestran todo lo contrario: una ingesta baja de proteínas es la que podría afectar negativamente la función renal [10]. Otro rumor infundado sugiere que podría afectar la función hepática, cuando la evidencia científica muestra justamente lo contrario: en personas con problemas hepáticos, las dietas altas en proteínas mejoran sensiblemente el funcionamiento del hígado y la salud en general [11] [12]. También, hace ya muchos años, se hipotetizó respecto a posibles vínculos entre exceso de proteínas y problemas óseos, y nuevamente la ciencia demostró lo opuesto: un consumo alto de proteínas no sólo no representa un problema [13] sino que es totalmente recomendado para evitarlos [14] [15]. En cuanto a posibles problemas cardíacos y otros como la diabetes, otra vez se cumple que las cantidades altas de proteínas juegan a nuestro favor [16]. Incluso se recomienda en personas con problemas como sobrepeso o diabetes reemplazar parte del consumo de carbohidratos con proteína para mejorar el perfil lipídico (léase colesterol y triglicéridos) [17] y los niveles de glucemia [18].


Toda esta evidencia (y muchísima más, aquí solo hemos citado algunas fuentes) demuestra sin lugar a dudas que la proteína es un gran aliado para mejorar nuestra salud, y todavía más útil para enfrentar a tres de los grandes males de nuestra época: la obesidad, la diabetes y los problemas cardiovasculares.


Referencias

  • [1] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26797090/

  • [2] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19841581/

  • [3] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29092886/

  • [4] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28698222/

  • [5] https://jissn.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12970-017-0177-8

  • [6] https://examine.com/guides/protein-intake/

  • [7] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22150425/

  • [8] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/10722779/

  • [9] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK224634/

  • [10] https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/nejm199403313301301

  • [11] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/8477961/

  • [12] https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1386634604002220

  • [13] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28404575/

  • [14] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15001604/

  • [15] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/8661965/

  • [16] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/10426698/

  • [17] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/12566476/

  • [18] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15051856/




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